Simplemente, un pequeño comentario a dos momentos con los que he disfrutado mucho:
Cuando se sincera el Sr. Bark, tras el paseo por el muelle, sentados en un banco mirando al mar. El le pide perdón por todas las barbaridades cometidas y mientras, el Sr. Linh piensa que habla de la mujer de la fotografía y de la noria. Ve a su amigo llorar, intenta rodearle los hombros con su brazo pero no puede y entonces, simplemente le sonríe. “Se esfuerza en transmitir muchas cosas en esa sonrisa, más cosas de las que ninguna palabra podrá contener jamás”. ¡Qué maravilla! Me encantaría sonreír así.
El segundo es durante la cena en el restaurante, en el que el Sr. Bark le regala un traje de princesa para su nieta. Me parece que el grado de comunicación entre los dos es máximo y eso que no entienden ni una palabra del otro. El Sr. Bark es plenamente consciente que su amigo cuida de una muñeca y no de una niña de carne y hueso. Pero es capaz de meterse en el interior del Sr. Linh y comprender que lo que más le preocupa en el mundo es esa niña. De nuevo, ¡qué maravilla! Me encantaría tener esa capacidad de poder comprender a una persona, independientemente de lo que se diga con la palabra.
Os digo también que me he leído la novela por segunda vez. La primera fue hace cuatro años. He estado atento a ver como trataba el autor a la niña. Y si os fijáis, no miente. Logra que en todo momento pienses que es de verdad, pero realmente no te da ningún dato para saber que es de carne y hueso. Es más, si piensas que es una muñeca todo cuadra.
Fdo.: Paco Casado
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